TURBULENTA NOCHE
Intentar silenciar los gemidos del alma,
es querer callar los llantos de un niño perdido.
Resulta sumergirse en la profunda oscuridad,
perdido entre el frío invierno y el silencio sepulcral.
Acaso no es mejor perderse en un
inmensurable bosque; donde no existe
hadas ni duendes,
donde no florece claveles ni rosas...
Donde sentir que la noche
con su oscura soledad...se hace eterna,
donde no hay esperanza, de sentir
Una caricia tierna,
Tal vez los vientos
ya no besan dulcemente las mejillas,
sino agitan las velas del navío.
Que galopa hacia la eterna soledad...
Es cierto que las tormentas del alma
hieren, como si algún agudo cristal
atravesara una delicada piel.
Intentar silenciar los gemidos del alma
es aceptar que en una noche
de invierno
se perderán aquellas dos hojas que
al caer, se unieron en un tierno amanecer de otoño.
Omar Yactayo Cama.